Cómo recuerdo cuando niña visitaba a mi tía Alicia y salía siempre de su casa con una bolsa de naranjas o mandarinas del huerto que ella cultivaba. Y no se diga cuando iba a casa de mi abuelita por parte de mamá, no había día en que no nos llevarámos algo que ella había preparado con productos de su huerto, sobretodo la riquísima salsa de chile piquín que ella misma piscaba.
Al pasar los años decidí hacer un huerto, estoy muy sorprendida de los beneficios que esto ha representado en mi vida.
Son muchas las bondades que vivo a través del cultivo de mi huerto, Cuando estoy triste o cansada salgo a ver cómo van creciendo el tomillo, el orégano, la albahaca, apio, menta, cilantro y las matitas de chile piquín. Siento mucha paz, me llena de vida y alegría, Además de tener la seguridad que todo es orgánico libre de pesticidas, pues yo lo planté y regué, el cultivo de mi huerto ha sido una ayuda para la economía familiar, ya no gasto en las hierbas de olor para aderezar las comidas, la menta para la limonada y lo que me encanta es que ya no compro los chiles piquines que lleva la salsa que me enseñó a preparar mi abuelita.
Cómo disfrutamos los domingos que nos visitan los hijos y nietos, al terminar de comer, salimos con los chiquitos a cosechar del huerto, Gracias a esto, tenemos una hermosa convivencia familiar.
Mi huerto me hace muy feliz, siento cerca de tía Alicia y abuelita, experimentando lo que ellas antes vivieron con el suyo.
“Haz la prueba de cultivar tu propio huerto, te vas a sentir ¡muy bien!”
M.M.O de García