El estudio del valor afectivo nos da algunas pistas que pudieran ser útiles para respondernos a esa pregunta.
Si reconocemos que la felicidad nace en el interior de cada persona y que no se encuentra en los bienes, placeres y el ambiente festivo que nos rodea, estaremos en camino de encontrar nuestra respuesta.
La armonía con quienes nos rodean es uno de nuestros puntos fuertes en la búsqueda de ser felices.
Todos tenemos necesidades afectivas: de pertenencia, de aceptación, de cariño, de reconocimiento, de autorrealización y de trascendencia.
Luego, debemos fortalecer la confianza en nosotros mismos y para eso necesitamos:
– Conocer las propias fortalezas y debilidades.
– No fijarse objetivos inalcanzables.
– Comprometernos con los proyectos que iniciamos y terminarlos.
– Tomar riesgos y aprender de los fracasos.
– Eliminar los pensamientos negativos.
– No dejarse influenciar por juicios ajenos.
La felicidad la encontramos cuando nuestros proyectos se identifican plenamente con lo que somos y con lo que legítimamente queremos alcanzar.