Estamos a punto de terminar este año y siempre que escuchamos acerca de algo que se va a acabar, pensamos en que tendrá un “final feliz”
Pero, reflexionemos un poco acerca de esto:
-¿Hemos puesto todo lo que está de nuestra parte para lograr lo que nos propusimos en el inicio?
-¿Aprovechamos el tiempo trabajado por los demás y por su superación con intensidad y optimismo?
-¿Fuimos fieles a nuestras promesas y compromisos por pequeños que fueran?
-¿Hemos hablado siempre con la verdad y aceptado serenamente los errores que pudiéramos haber cometido?
-¿Hemos hablado de todo y de todos positivamente?
Todas estas preguntas y algunas más que nos hagamos nos pueden ayudar a alcanzar ese final feliz que esperamos, pero si las respondemos con honestidad.
A lo largo de nuestras vidas habrá ciclos que concluiremos exitosamente siempre y cuando nos apoyemos en los valores que son fundamentales para el ser humano. ¿Y no creen ustedes que uno de esos grandes valores que todos quisiéramos tener y que esperamos encontrar en los demás es precisamente la honestidad?
El tener a una persona honesta junto a nosotros nos garantiza alegría, confianza, seguridad, credibilidad, tranquilidad, paz interior y sentirnos que se nos habla con la verdad.
Pero, ¿en qué consiste este valor que nos da esa sensación de bienestar?
“La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que piensas y la conducta que se observa hacia el prójimo que, junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que es debido. Es una virtud que regala seguridad a quienes nos rodean, inspira fortaleza y claridad de ideas, La persona honesta busca y vive una armonía de vida, sin sobresaltos ni temores”
Viviendo la honestidad encontraremos verdad, sinceridad, congruencia, fidelidad, discreción, honradez, rectitud. Es un regalo a uno mismo y a los demás y consiste en ser real, ser una persona pura y auténtica, sin dobles intenciones en el pensar, decir y actuar.
¡Cuántas cosas positivas implica la honestidad!
Pues entonces tratemos de conseguir a toda costa ser honestos. Y si queremos en verdad lograrlo, debemos empezar por aceptarnos tal y como somos, con nuestros errores y virtudes. Si tenemos un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado y con espíritu de servicio, lo alcanzaremos.
Para lograr la honestidad tenemos que actuar conforme a la verdad y a la justicia y siempre con humildad, luchando limpiamente por lo que queremos.
En la filosofía Occidental, Sócrates fue quien dedicó más esfuerzo al análisis de la honestidad y después lo siguieron grandes pensadores como Kant. Además, este valor ha sido tomado muy en cuenta por otras culturas y religiones. Recordemos que los valores son universales pues son intrínsecos al ser humano y deben vivirse personalmente. Para el crecimiento propio del hombre debe haber limpieza y claridad en el esfuerzo y verdad en el corazón.
Si conseguimos adquirir como parte de nuestro tesoro personal de valores la honestidad, nos sentiremos en paz con nosotros mismos y recibiremos de todos los que nos rodean una constante felicitación.
Al ser honestos nos sentimos siempre orgullosos, porque nuestra manera de pensar,decir y actuar será siempre congruente, y con esto, veremos que siempre alcanzaremos el deseado “final feliz” en todos nuestros proyectos.
Algunos propósitos para cultivar la honestidad en la familia.
En la familia aprendemos a ser honestos. Somos los padres quienes, con nuestro ejemplo, enseñamos a los hijos a vivir este valor tan necesario para una buena relación familiar y social.
Algunos propósitos que podemos practicar para alcanzar esta virtud son:
¡Felices fiestas!