Año Nuevo… Vida Nueva

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Felicidades a todos nuestros lectores por este año nuevo. trabajemos cada día con más entusiasmo en nuestra labor para que la superación llegue a más personas, y que tengan un exelente año 2020, estos son nuestros deseos para ustedes.

Queremos compartir con ustedes el mensaje que el Santo Padre Benedicto XVI nos dio para la jornada mundial de la paz que se celebró en 1º de enero del 2006 y que está dedicado al tema: “En la verdad… la paz”

Dice el Papa: “En efecto estamos conscientes que la humanidad no logrará la construcción de un mundo más humano para todos los hombres, en todos los lugares de la tierra, a no ser que todos los hombres, con espíritu renovado se conviertan a la verdadera paz” (Gaudes Spes n77)

La paz verdadera responde al deseo que ha puesto nuestro Creador en el corazón de todos los hombres, por lo tanto responde a un anhelo y a una esperanza del hombre y el hombre solamente podrá desarrollarse plenamente en un ambiente de paz.

Ante este llamado del Santo Padre a vivir la paz, encontramos las palabras de nuestros obispos mexicanos que en un mensaje de la conferencia episcopal dicen “no escapan de nuestras miradas los graves desafíos que como cristianos y pastores compartimos con todos los hombres de buena voluntad: una mentalidad global, excluyente, pragmática y notoriamente individualista alimentada por un materialismo consumista que está influyendo en los distintos ambientes de nuestra vida social, política, cultural y religiosa”

Evidentemente todo esto ha provocado el deterioro de la vida familiar, la migración y la desesperanza de la miseria, el narcotráfico y la drogadicción, el daño muchas veces irreversible del medio ambiente, etc., situaciones todas que atentan contra la paz que tanto anhelamos y que el Santo Padre propuso en esa jornada.

Sería muy provechoso que en este año nuevo, todos y cada uno de nosotros nos hiciéramos estas preguntas: ¿Cómo vivimos la paz? ¿Cómo la construimos para enfrentarnos a los tremendos desafíos actuales?

 

Yo ¿Cómo vivo la solidaridad con mis hermanos menos favorecidos? ¿He sabido sembrar en mi familia, en mis amigos en amor y la paz? ¿Cómo propicio esa solidaridad y esa paz en mi familia, con mis amigos y conocidos? ¿Qué ejemplo de congruencia estoy dando a aquellos con los que convivo socialmente? Solamente al conocer mis respuestas, sabré si estoy viviendo mi compromiso como persona, sembrador de paz, esperanza y amor, de modo que contrarreste, al menos en una pequeña parte, los tremendos desafíos a los que nuestro país de enfrenta hoy

 

Martha G. De Barrenechea