¿Equidad o igualdad?

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La pregunta parece una combinación de adivinanza y trabalenguas mental… y probablemente sea una inquietud que surge en nuestro interior cuando escuchamos o leemos sobre la equidad o la igualdad de género.

La lucha por la igualdad de género ha sido sin duda una de las revoluciones más importantes de la segunda mitad del siglo XX, cuyos efectos se hacen sentir cada día en este nuestro siglo XXI. A pesar de los avances logrados, aún permanecen situaciones críticas como la desigualdad salarial, la violencia contra las mujeres, la participación política, la pobreza, la educación, etc. Es sumamente importante seguir enfocando los esfuerzos para que mujeres y hombres podamos gozar en igualdad de oportunidades de los beneficios del desarrollo y podamos desarrollar libremente todas nuestras capacidades.

Desde el inicio de la vida social, económica y política de las naciones, la diferencia entre el género humano ha sido marcada fuertemente.

Durante muchos siglos en la mayoría de las culturas se vivía en comunidades agrícolas y a través de las generaciones la mujer no tenía derecho ni a ser escuchada, ni a opinar, ni mucho menos a elegir su papel en la familia o en la sociedad, pues existía una división de actividades muy diferenciada, el hombre se dedicaba al trabajo y la mujer al cuidado de la casa y de la familia, algunas veces por tradición, otras por elección propia, otras más por qué no tenía opción.

La Revolución Industrial que inició en el siglo XVIII en Inglaterra y que se propagó de inmediato a otros países europeos, provocó un cambio profundo en los métodos de trabajo y en la propia sociedad. Este fue un proceso lento que se prolongó y abarcó gran cantidad de naciones durante el siglo XIX y llegó al siglo XX, afectando a los países y sus comunidades de diferente manera. No solo se crearon y difundieron métodos, técnicas y maquinaria para los diferentes campos de la agricultura y la industria, sino que trajo también importantes cambios sociales, demográficos e ideológicos.

En sus inicios, la rápida industrialización trajo consigo fábricas e insalubres e inseguras, exceso de trabajo, niños obreros, explotación de la mujer, salarios bajos, viviendas deprimentes, despidos abusivos; además de un crecimiento desordenado de las ciudades por la gran cantidad de personas que migraban del campo en busca de lo que pensaban sería una mejor calidad de vida. Esta revolución fue como un parteaguas y marcó una ruptura con el pasado y lo que entonces era la forma de vida “tradicional”.

En América Latina esta lucha por la igualdad de género se manifiesta en la segunda mitad del siglo XIX, cuando surgen grupos de mujeres de clase alta que exigieron su acceso a universidades y lograron ser las primeras médicas y abogadas. Más adelante, con la llegada de la revolución industrial a nuestro país, llegarían también las primeras huelgas de trabajadoras, que exigían condiciones laborales para sí y para sus familias; y no fue sino hasta 1953 que se reformó nuestra Constitución de 1917 para que las mujeres tuviéramos el derecho al voto. Poco a poco las mujeres hemos demostrado tener la suficiente capacidad de actuar en la vida social, económica y política, logrando excelentes resultados.

Entonces ¿se puede decir que ya hay igualdad o equidad de género?. La igualdad de género supone que los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de las mujeres y los hombres se consideren, valoren y promuevan de igual manera. Esto no significa que mujeres y hombres deban convertirse en iguales, sino que sus derechos, responsabilidades y oportunidades no dependan de que hayan nacido hombres o mujeres. Es por ello que se habla de igualdad de oportunidades eso solo se da cuando las mujeres y los hombres tenemos las mismas oportunidades en todas las situaciones y en todos los ámbitos de la sociedad, con entera libertad para desarrollar al máximo las capacidades personales y para tomar decisiones.

Para lograr la igualdad se requiere la equidad de género, entendida como la justicia en el trato a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas necesidades. Una frase lo resume: “la equidad es distributiva, la igualdad es comparativa”. Por ejemplo, una de las medidas posibles que las empresas e instituciones pudieran ofrecer es facilitar servicios apropiados de guardería para los niños a fin de que las mujeres pudieran participar en talleres de capacitación junto con los hombres. Es decir, la equidad de género implica la posibilidad de utilizar procedimientos diferenciales para corregir desigualdades de partida; medidas o acciones positivas no necesariamente iguales, pero que si conducen a la igualdad en términos de derechos, beneficios, obligaciones y, sobre todo, oportunidades. Por ejemplo, los grupos de mujeres y niñas que, por falta de acceso a la educación se quedan sin la oportunidad de una salud integral, un empleo digno, una vida sin violencia… por mencionar algunos.

Entonces por equidad de género se entiende el trato imparcial de mujeres y hombres, según sus necesidades respectivas, ya sea con un trato equitativo o con uno diferenciado, pero que se considera equivalente por lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades.

El objetivo de lograr la equidad de género muchas veces requiere de medidas específicas y particulares que compensen las desventajas que las mujeres han arrastrado históricamente. Algo difícil, más no imposible de lograr.
¿Qué es el Instituto Nacional de las Mujeres?

Este implementa en México el Modelo de Equidad de Género, una herramienta para que empresas privadas, instituciones públicas y organismos sociales asuman el compromiso de revisar sus políticas y prácticas internas, para reorganizar y definir mecanismos que incorporen la perspectiva de género e instrumenten acciones alternativas y/o a favor del personal, que conduzcan a corto y mediano plazo al establecimiento de condiciones equitativas para mujeres y hombres en sus espacios de trabajo.

Principales acciones: promover el balance entre la vida familiar y laboral, reclutamiento y selección de personal, fomentar la formación y desarrollo profesional, mejorar condiciones físicas de los espacios de trabajo/salud y ambiente laboral, capacitación/sensibilización en género y difusión, mejorar condiciones físicas de los espacios de trabajo/salud y ambiente laboral, prevenir y atender el hostigamiento sexual, corregir problemas de segregación ocupacional e incrementar número de mujeres en mandos superiores/igualación salarial.

www.inmujeres.gob.mx