Todos los días se centran en problemas, desgracias, muertes y accidentes. Los noticieros resaltan las noticias negativas y se produce un ambiente pesimista y gris. La sociedad replica quejas y comentarios negativos: “¡Qué mal está el mundo!”. Ante tanto escuchar lo malo las personas se van contagiando. ¡El mundo está en crisis por la negatividad!.
La gente optimista tiene la seguridad que después de la tempestad siempre sale el sol y considera que “no hay mal que dure cien años”. En la vida hay muchas batallas y no todo se acaba por el hecho de perder una en particular. Los problemas se pueden superar. Los fracasos ofrecen la oportunidad de obtener alguna enseñanza. Bernabé Tierno en su libro “Optimismo vital” considera que los traumas, las desgracias y las situaciones críticas, que a algunos enferman y debilitan, al optimista vital le fortalecen, le construyen y le hacen crecer interiormente.
Si quieres aprender a sonreír en cualquier situación de la vida aprende a agradecer. Quejarse amarga el corazón. Agradecer otorga paz. Como bien decía Santo Tomás de Aquino: “fijar más la atención en el bien que en el mal”. Un buen ejercicio para desarrollar el optimismo y el agradecimiento es escribir todas las noches 3 cosas buenas y positivas que nos sucedieron en el día y agradecer a Dios por ellas.
La película “Amigos intocables (Untouchables) – 2011” basada en la vida real es un buen ejemplo de cómo se puede disfrutar de la vida a pesar de las limitaciones. Todo está en la actitud. Se puede vivir con alegría en todas las circunstancias de la vida. Es cuestión de aprender a hacerlo procurando ser optimista.
No existe pena en el mundo que no pueda sobrellevarse mejor con una sonrisa en el rostro.