La fortaleza asegura en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien. La tentación constante del hombre es rehuir las penosas exigencias de la vida, evadirse de la realidad; ser fuertes nos capacita precisamente para resistir y acometer, para ser fieles a las exigencias del hombre íntegro, a pesar de las dificultades y peligros de la existencia. La fortaleza es necesaria para vencer el temor y huir de la temeridad. Es ineludible para que el hombre perfeccione su naturaleza.
Mediante la fortaleza el hombre afronta el carácter conflictivo y desastroso de su existencia, el riesgo de la vida, el temor a un mal futuro y el miedo a la muerte. Ser fuerte es una cualidad muy positiva de la propia vida biológica, del cuerpo y del espíritu. Debemos luchar contra lo malo, lo que no me conviene, lo que me daña y me impide crecer como persona, frenando mi superación… ser yo mismo.
NO TE EVADAS DE LA REALIDAD
Ten muy claro tu objetivo, tus planes y tus acciones.
Ante la adversidad, persevera sin desánimo.
Las fallas en nuestro proyecto no son necesariamente un fracaso, son aprendizaje.
Caerse es permitido, pero levantarse es obligatorio.
El temor a lo desconocido hay que enfrentarlo con tus recursos conocidos.
Ser fuerte no es ser invencible, sino sólo estar preparado para combatir.
La muerte es algo ineludible, impostergable y real. Vive tu vida para dejar huella y
que tus obras tengan mérito en el más allá.
Luchar y resistir… esa es la clave.
Alégrate, siempre, siempre, siempre